El escribano y exjerarca municipal Ricardo Dutra estuvo preso durante seis años por estafa inmobiliaria. Luego de permanecer en la cárcel Las Rosas escribió un libro, “Del otro lado”, donde recogió las experiencias vividas allí. Recientemente dialogó en la Contratapa de la Revista de FM GENTE y denunció la situación penitenciaria de Uruguay: hacinamiento, ausencia de políticas rehabilitadoras o educativas y corrupción.
“La cárcel es un depósito humano”, aseguró Dutra. “La sociedad no sabe qué va a hacer con esa gente y allá los tiramos a todos, amontonados, a esperar que pase el tiempo y los vayan largando”, agregó.
En ese sentido hizo hincapié en la falta de oportunidades laborales y educativas: “La gran mayoría de la población de la cárcel son muchachos jovencitos de 20 años, no conocen otro tipo de vida, tampoco tienen posibilidades ni se los ayuda a encontrar otro camino hacia el cual dirigirse”.
Subrayó la existencia de analfabetismo que creía inexistente en Uruguay: “Hay reclusos que no saben escribir su nombre. Yo pensé que eso en Uruguay no existía porque a mí me enseñaron toda la vida que acá habíamos terminado con el analfabetismo, mentira, acá hay gente de 20 y pocos años que son analfabetos”.
Aseguró que existe corrupción tanto en el sistema judicial como a nivel policial y político y compartió experiencias de policías que promovían el tráfico de drogas dentro de la cárcel: “Un policía me dijo que si sabía de alguna oportunidad para transportar merca a Las Rosas le avisara” porque valía la pena el riesgo, “un tiempito encerrado pero nuestras familias contarían con unos pesos que de otra manera no podríamos conseguir”, le dijo el funcionario policial.
“Había un policía que todas las noches venía con una botella de whisky y se la daba a un preso que era muy famoso. La Policía es la que ingresa cosas a la cárcel”, aseguró.
FORMAS INHUMANAS
Dutra también se refirió a la escasez de recursos básicos como el agua y la alimentación: “No hay comida. A nosotros nos llegaban las sobras (…) La comida que viene buena se la llevan los comisarios”, relató.
También señaló que la mayor parte del tiempo no hay agua para bañarse y que viven ocho personas en celdas que son para tres.
“Nadie merece ser tratado de la forma inhumana que son tratados ahí”, lamentó. “Aprendí que la miseria humana no la queremos ver. Hay un submundo que no nos interesa y que está olvidado”.
“Yo tengo familia, era algo a favor. Ahí hay mucha gente que no tiene familia, que no tienen ningún tipo de contención y que están solos en la vida”, expresó.
También puntualizó sobre la falta de atención psicológica. En esa línea dijo que es muy común ver muertes y suicidios y “hasta personas prendiéndose fuego”. Denunció la inoperancia de los funcionarios policiales que no concurren cuando ocurren estos hechos, solo observan, y son los presos los primeros en asistir a alguien.
Contrariamente a la postura que mantienen muchas personas respecto al uso de celulares en las cárceles - quienes están de acuerdo con su prohibición - Dutra manifestó que estos dispositivos son vitales para mantener la conexión con la familia y brindar contención emocional. En este sentido reconoció que eso le salvó la vida, relató que estuvo dos veces por suicidarse y que gracias a la llamada de uno de sus hijos desistió de hacerlo.
Dutra apuntó a los políticos a enfrentar la realidad carcelaria señalando la falta de oportunidades para las personas que son liberadas, lo que contribuye a la reincidencia delictiva.
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