Facebook Twitter WhatsApp

“La realidad que se vive en las cárceles se habla poco”, expresó Álvaro Pérez, integrante de la Unidad de Desarrollo Integral Humano, en diálogo con la Página Central de la Revista de FM GENTE.

“Mucha gente ayuda, tratando de que realmente haya un desarrollo. Todo lo que pasa en la parte social —robos, suicidios y vulnerabilidad— somos todos responsables”, afirmó. También señaló que “no es fácil que consigan un trabajo” y que “no hay una política de Estado para ayudar a que esa persona se reintegre a la sociedad”.

Ágata Cabrera, también integrante del equipo, detalló con crudeza las carencias del sistema. “Hay falencias en las ayudas que se les brindan. Hay momentos en que quieren ir a estudiar, a la huerta, a la iglesia, y muchas veces se levantan muy temprano para esperar a que alguien los lleve a esos lugares. Ellos piden para salir, y nadie los lleva”, explicó.

Advirtió que “la cárcel está faltante de personal y que “a veces hay 11 reclusos en una celda de 6x2”. Cuestionó duramente las condiciones en que viven las personas privadas de libertad: “No se puede pretender que una persona que ingresa al sistema carcelario esté en esas condiciones. Lo que falta es personal y calor humano. Ellos tienen que lavar su ropa y calentar agua como puedan”.

Al hablar sobre los distintos sectores del establecimiento penitenciario Las Rosas, comentó: “El sector F es un sector de confianza. Son celdas con 4 personas y todos tienen sus camas; pueden ir a trabajar a la panadería. Pero el H es una prueba muy grande”.

Sobre lo que ocurre al salir del sistema, fue contundente: “Salen a la calle, no tienen familia y no aprendieron nada nuevo. Les queda volver a traficar, vender, a ser 'el perro de...' o a delinquir. El sistema te lleva de vuelta a lo mismo porque no te dan herramientas”.

Además, hizo referencia al intento de apoyo por parte de las familias: “Las personas quieren dejarles comida para toda la semana. En la cárcel se brinda la comida del mediodía y la tarde. Hay gente que acampa para ser de los primeros en entrar. Llegan tantos paquetes que es complicado revisarlos. Falta un escáner para la comida”.

Cabrera propuso también soluciones: “Todos tendrían que estar vestidos igual; solucionaría muchos problemas de relacionamiento”.

Y agregó: “Habría que hacer un sistema en el que las personas que salen de prisión sean contratadas por empresas para trabajos pesados. Habría que hacer un plan de gobierno en el cual las cárceles se ampliaran, ellos vivieran de lo que producen. Para mí, lo mejor es la plantación, y que produzcan lo que comen”.