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Según informó Sábado Show del diario El País, Carlos Perciavalle y Jimmy Castilhos, denunciaron a un vecino por “alterar el ingreso” a su casa de Laguna del Sauce donde residen.

El pasado 25 de abril FM GENTE había informado del problema de salud que había tenido Perciavalle cuando, al llegar a su chacra El Paraíso, encontró obstruida la entrada de la misma. Esto le generó un pico de presión y debió ser internado en el Sanatorio Mautone.

Ahora El País difundió que ese episodio tuvo derivaciones en la justicia. El vecino del matrimonio alambró el acceso principal a la casa, donde tradicionalmente estacionaban los vehículos, y deben ingresar a la misma por un patio lateral.

La situación es particular. A finales de los años ‘60, Perciavalle compró el predio que incluye varias hectáreas desde la ruta 12 hasta la Laguna del Sauce, y luego de la muerte de su padre fue vendiendo parcialmente la propiedad. En el mismo predio hay varias casas y emprendimientos, aunque conservan una gran distancia entre ellas.

Sobre el vecino al que denunció explicó: “Hace siete años yo vendí todo a este hombre pero me quedé con el usufructo. Se llama nuda propiedad. El vecino se hacía el amigo pero de a poco, con sus acciones, comenzó a molestarme. Y esto último fue infame”.

La nuda propiedad es el derecho real de una persona sobre un bien del que es propietario, pero con la limitación de no tener derecho a su posesión y disfrute, que son derechos de otra persona por corresponderle el usufructo.

El matrimonio asegura que la acción del vecino los dejó “aislados” y ahora están a la espera de la resolución de la Justicia. Esto los llevó a postergar los planes de subrogar un vientre. "No queremos recibir a un bebé en estas condiciones en casa", dijo Perciavalle en diálogo con Sábado Show.

También contaron que han sido criticados por esta decisión. Para los movimientos feministas, por ejemplo, la subrogación de vientre -popularmente conocida como vientre de alquiler- es una forma de "comprar un ser humano". En Uruguay es una práctica prohibida.


Foto: El País